La aviación, motor de la sostenibilidad

Uno de los retos que debe superar la industria aeronáutica actualmente es conseguir reducir el impacto que tiene en el medio ambiente. Las soluciones inmediatas pasan por la Comisión Europea, que propone obligar a las aerolíneas de corto radio usar un mínimo de combustible ecológico o las inversiones millonarias que hacen las aerolíneas para compensar la emisión de gases contaminantes. El problema de los planteamientos actuales es que son solo un parche hasta que llegue la tecnología que permita a la industria completar la revolución hacia la sostenibilidad.

Hay varias propuestas de aviación sostenible en desarrollo que se espera que se puedan poner en funcionamiento a lo largo de la siguiente década. Entre las propuestas que ya están en desarrollo encontramos el biocombustible, el hidrógeno y el motor eléctrico.

Biocombustible

El biocombustible es un combustible sostenible de aviación (SAF en inglés; Sustainable Aviation Fuel) obtenido a partir de biomasa o residuos. Existen dos tipos de este combustible: el de primera generación, que se obtiene a partir de aceites vegetales, y el avanzado, que se obtiene a partir de residuos agroalimentarios, forestales o la fracción orgánica de residuos urbanos. Los de primera generación reducen un 60% las emisiones de CO₂ y en los avanzados pueden superar un 85%.

La principal ventaja de los biocombustibles es que reducen considerablemente el impacto medioambiental de los viajes aéreos sin tener que hacer cambios estructurales ni en aviones ni en aeropuertos, ya que se podría utilizar la prácticamente la misma tecnología que se usa actualmente.

La desventaja principal es que, actualmente, hay poca producción y esto se traduce en una subida del precio para las aerolíneas. Para su elaboración, en el caso de los combustibles de primera generación, también entra en juego su producción en los países en vías de desarrollo donde se deforesta selva para crear cultivos destinados a generar biocombustible.

Los combustibles ecológicos son una opción esperanzadora si se consiguen producir de manera eco-friendly, por eso la Unión Europea exige que la producción del biocombustible usado en su espacio aéreo sea sostenible y, por eso, los biocombustibles no pueden provenir de cultivos donde hubiera previamente un espacio natural, ya sea, un bosque, una selva o un humedal.

Hidrógeno

El avión propulsado con hidrógeno es una de las apuestas más fuertes de empresas como EasyJet, que tiene un acuerdo con Airbus y esperan, para 2035, poder fabricar el primer avión de pasajeros de cero emisiones contaminantes.

La principal ventaja del motor de hidrógeno líquido (en estado criogénico) es que presenta una densidad tres veces menor que el queroseno por unidad de volumen y almacena tres veces y media más energía que el mismo, lo que le proporciona mucha más potencia que el motor de queroseno tradicional.

La principal desventaja es que los depósitos de hidrógeno son enormes cilindros, lo que difiere del método tradicional de almacenar el combustible en los aviones, en consecuencia, se debe cambiar su situación en el avión y este cambio condiciona el diseño y su aerodinámica.

Además de cambiar la estructura del avión, Airbus también advirtió que, si se quiere que el motor de hidrógeno sea funcional, los aeropuertos tendrían que invertir en cambiar la infraestructura de repostaje de combustible.

Aunque el reto es enorme, el avión propulsado con hidrógeno es de las propuestas más firmes y esperanzadoras, por eso Airbus ya ha presentado el concepto de las tres aeronaves cero emisiones que quiere producir.

Motor eléctrico

Finalmente, la alternativa por la que se ha apostado en la automoción: el motor eléctrico. En el sector aeronáutico Wright Electric ya ha presentado su motor eléctrico con potencia de hasta dos megavatios, pero, aunque el prototipo está preparado, aún tiene que pasar varias fases de desarrollo para poder volar.

La principal ventaja del motor eléctrico, aparte de ser sostenible, es que es una realidad. Además del motor de Wright Electric, Rolls Royce también ha presentado un motor funcional para modelos de aviones ultraligeros.

La desventaja principal es que se tiene que solventar la densidad de potencia. Los actuales aviones con motor eléctrico cuentan con entre 3 y 4kW por kilogramo de peso, sin embargo, un avión de pasajeros convencional necesita una densidad superior a loes 12 kW por kilogramo. El problema que nos presenta actualmente la potencia es que para cubrir largas distancias se necesita este pico de potencia de manera continua para llegar al destino con garantías.

El motor eléctrico es el que está en un estadio más avanzado, no obstante, aún le quedan retos y avance tecnológico para postularse como el futuro de la aviación sostenible.

Iniciativas actuales

La industria aeronáutica en general, y el sector del transporte aéreo en particular, se sienten especialmente interpelados en el desarrollo de nuevas tecnologías que aumenten la eficiencia y aseguren un menor impacto sobre el medio. No en balde la actividad del sector se desarrolla casi por completo en la atmósfera, y ésta es uno de los principales actores en el proceso de cambio climático que vivimos.

Iniciativas como Clean Sky, una empresa común de la Comisión Europea con la industria aeronáutica europea con la finalidad de financiar y desarrollar actividades de investigación y desarrollo para acelerar el progreso de la aeronáutica hacía la sostenibilidad, constituyen una buena prueba de esas inquietudes que sin duda desembocarán en grandes avances a corto y medio plazo, no solo en las aeronaves sino también en las infraestructuras y servicios aeroportuarios, haciéndolos más sostenibles. Apenas cien años separaron el diminuto avión de los hermanos Wright del coloso Airbus A380, así que ¡preparémonos para los formidables avances que se avecinan!




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