En qué consiste el efecto suelo y cómo se genera
El efecto suelo, en la aviación, se refiere al fenómeno en el que un avión experimenta un aumento en la sustentación y una disminución en la resistencia mientras vuela cerca de la superficie terrestre, generalmente a una altitud inferior a la mitad de su envergadura. Esto se debe principalmente a la interacción del flujo de aire entre el ala del avión y el suelo.
Cuando un avión vuela cerca del suelo, el aire que fluye debajo del ala se comprime, lo que aumenta la presión y crea un «colchón» de aire entre el ala y la superficie terrestre. Este colchón de aire reduce la resistencia aerodinámica y aumenta la sustentación, lo que permite al avión volar más eficientemente con menos potencia o velocidad.
El efecto suelo es más notable durante el despegue y el aterrizaje, cuando el avión se encuentra más cerca del suelo, pero también puede ocurrir durante maniobras a baja altitud, como pasadas bajas.
Además de la compresión del aire debajo del ala, el efecto suelo también puede estar relacionado con cambios en la resistencia inducida, que es la resistencia que se genera cuando se produce sustentación. Esto puede tener un efecto significativo en el comportamiento del avión cerca del suelo.
Análisis de las variaciones de presión en el ala durante la operación en el efecto suelo
Durante el vuelo de un avión, la distribución de presiones en las alas es fundamental para la generación de sustentación, que es la fuerza que mantiene al avión en el aire. Esta distribución de presiones se ve influenciada por varios factores, incluyendo la forma del ala, el ángulo de ataque y la velocidad del aire.
En general, en el extradós (parte superior) del ala, las presiones suelen ser más bajas que en el intradós (parte inferior). Esto se debe a que el perfil del ala está diseñado de tal manera que el aire que pasa por encima del ala se acelera, lo que resulta en una disminución de presión de acuerdo con el principio de Bernoulli. Mientras tanto, en el intradós, el aire tiende a moverse más lentamente, lo que conlleva una presión relativamente mayor.
Esta diferencia de presiones entre el extradós y el intradós del ala resulta en una fuerza ascendente neta, conocida como sustentación. Cuanto mayor sea la diferencia de presiones entre la parte superior e inferior del ala, mayor será la sustentación generada. Esta sustentación es esencial para contrarrestar el peso del avión y mantenerlo en vuelo.
El Teorema de Bernoulli explica cómo la velocidad del flujo de aire y la presión del aire están relacionadas en un fluido incompresible. En el caso de un avión, esta relación se aplica tanto en el extradós como en el intradós del ala, contribuyendo así a la generación de sustentación.
Cómo controlar el efecto suelo al volar
Durante los primeros vuelos, es esencial que los estudiantes pilotos dominen el control del avión cuando se enfrentan al efecto suelo. En esta situación, el avión se vuelve más sensible a los movimientos en los controles, especialmente en el cabeceo, y requiere una mayor distancia para recorrer sobre la pista.
Para manejar el efecto suelo, es recomendable realizar correcciones suaves en los controles y esperar a que el avión disminuya su velocidad. Conforme esto ocurre, se puede comenzar a tirar hacia atrás de la palanca para lograr un aterrizaje suave y preciso.
Aunque el efecto suelo presenta desafíos en el control del avión, también tiene aspectos positivos. Por ejemplo, reduce considerablemente la resistencia inducida, lo que hace que el avión sea más eficiente en términos de consumo de combustible y rendimiento general. Por lo tanto, no todo son dificultades, ¿verdad?
Hacer un ‘globo’ al aterrizar con efecto suelo
Durante el proceso de aterrizaje, si se experimenta el efecto suelo y se realiza una corrección excesiva en el cabeceo, el avión puede tender a ascender, dando lugar a lo que comúnmente se conoce como «hacer un globo».
En tales circunstancias, la mejor acción a tomar es realizar un motor al aire, es decir, aumentar el motor y volver a ganar altura para abortar el aterrizaje. Esto se debe a que el avión está volando a una velocidad baja y en configuración de aterrizaje, lo que aumenta el riesgo de entrar en una situación de pérdida (stall) o de realizar un aterrizaje muy brusco y peligroso.